martes, 30 de agosto de 2011

Kill me, never mind.

Y qué si escribo pasteles,
lo prefiero a la ansiedad,
a ahogarme con la nada,
mejor perder la intimidad.

Que no sería mejor decir
que me asfixio entre paredes,
que el campo abierto me agota,
que el horizonte de cemento me deprime.

Y qué, y qué si no sé callarme,
si no sé reprimirme al hablar,
si escupo rabia y llanto,
si mi poesía es superflua y radical.

Que odio y amo a partes iguales,
que me importa una mierda el resto,
que sólo existo yo y mi gente,
que mi gente y yo somos suficiente.

Que detesto las noticias,
que vivo ignorante y soy inculto,
que mi vida se resume en letras,
que el tumulto me hace hiperventilar.

Que si quiero estudiar, escribo,
que si quiero escribir, no hago nada,
que soy feliz en mi desconocimiento,
que me aborrezco y no quiero cambiar.

Ya no intento, para nada, entenderme,
que quería entenderos y ahora desisto,
que el nihilismo no conduce a ningún lugar,
que aun así lo practico hasta que entiendo que existo.

Que cometo errores, y los repito,
que me corrijo y vuelvo a errar,
que fallo y vuelvo, vuelvo y persisto,
que odio mi tierra y anhelo el mar.

Amo como si fuera lo único,
deseo como si no hubiera nada más,
y vuelven a hipnotizarme los grillos
de una noche absurda, sin sentido.

Escribo, escribo, escribo,
escribo aunque odie también mis versos,
escribo aunque sepa que es por ti,
escribo aunque no sirva, aunque duela.

Que me da igual si mis versos
son mortales para diabéticos,
que me la suda si provocan ceguera,
que me importa un bledo si no gustan,
que no es mi problema si hasta Bukowski vomitaría,
que no voy a llorar porque hasta Becquer se ría,
que si Wilde resucita para suicidarse, no es cosa mía,
que mi tecleo es compulsivo, que mi corazón explota en tinta,
que necesito un bic entre mis prendas y tickets en blanco,
que no hay mayor placer que describirte.

lunes, 29 de agosto de 2011

Apraxia













Es tu capacidad de enmudecerme
lo que más me ha hecho sonreír,
no poder controlar mis piernas,
temblar sin miedo a caerme.

Abro los ojos y ahí estás tú,
tu boca, tu lunar, en cada esquina,
en mi retina aún cuando los cierro,
en esos sueños que no recuerdo al despertar.

Estás en mis palabras aún cuando lo evito,
cuando parezco un niño y es por tu culpa,
cuando odio ser tan débil y me derrito,
me derrito sin quererlo cuando encandilas.

Cierro los ojos y anhelo tu aroma,
tu pecho cuando se agita, tus caderas,
aquella manera de cambiar el mundo,
mi mundo, sólo con tu presencia.

A veces querría saber no besarte,
ser dueño de mi voluntad, de mi vida,
no escribir estas palabras al aire que te toca,
encontrar la forma de no dolerme cuando no estás.

Y para qué, digo yo, si te disfruto,
si me conquistas inconscientemente con tu inocencia,
si cuando me tienes cerca, tú tampoco sabes decir que no,
si al tocarme alcanzo más que el nirvana y tú lo notas,
si al quererte eres más musa que cuando estás a solas,
si muero... cuando me miras.

domingo, 28 de agosto de 2011

Versos directos para besos sutiles




















Tiritando, con la mente en otra parte,
buscando oxígeno donde sólo hay polvo,
creyéndote, creyéndome para ser feliz,
cayendo, planeando hasta el fondo.

Y tirito, y busco, y creo,
cayendo en la cuenta de que sólo existes tú,
como escribí en tu piel un día,
justo antes de romperme.

Y creo que busco tiritar, y caer,
para sentirme en tus brazos
como me sentí esa noche,
para oír de tus labios que no pasa nada.

Y busco creer que caigo
para agarrarme a ti con más fuerza,
dejar atrás la tristeza de ayer,
reponerme con sólo un beso tuyo.

Y caigo al creer que busco,
porque ya te he encontrado.